miércoles, 13 de abril de 2011

Profesores de esperanza

Hoy tuve un nuevo encuentro con mis alumnos. Hace dos semanas que comenzamos a hablar sobre el proyecto de vida. Lo de "comenzamos" es más una forma de decir, una expresión de deseo, más que una realidad. Es poco lo que imaginan, lo que sueñan y no dejo de preguntarme y cuestionarme cómo llegaron a eso.
Cuando les pregunto, la primera respuesta es "no sé", en la segunda  aparecen el dinero, la fama y el poco esfuerzo; formando una trinidad que desanima. Pero no quiero ser injusta, hay excepciones, pero duele que sean uno o una, dos a lo sumo.
Lo que sé es que no es su responsabilidad, los veo ahí, sentados, quietos, con la cabeza pensando en el "afuera", afuera de la escuela los espera un mundo, que por ahora no ha mostrado demasiado sus garras, al menos para la mayoría. 
Pero en algo coincidimos en la charla de hoy, entre "ellos" los a-lumnos, los sin luz, y nosotros, los profesores "magistrales", hay un abismo. No sólo nos separan años de vida, experiencias distintas; a veces creo que nos miran como si habláramos arameo antiguo; esperando, deseando que un milagro nos robe la voz. Muy poco de lo que los docentes ofrecemos les interesa, muy poco los apasiona. El sistema nos está quedando viejo, las herramientas, las técnicas se parecen a los antibióticos que ya no hacen efecto, por la mala administración de las dosis.
La sala de profesores muchas veces se parece a una sesión de terapia grupal, donde la catarsis se mezcla con el cansancio de los que ya han intentado mucho, la decidia de los que jamás lo hicieron y el empuje de los que todavía tienen la esperanza de enseñar y seguir aprendiendo.
Mientras tanto, entre diseños nuevos, semanas repletas de horas para llegar a fin de mes, tenemos que hacernos un tiempo y repensar. Aceptar que la buena oratoria, la didáctica y muchas otras cosas necesitan de algo más.
Llegar a ellos, hacerlos soñar y desear, no es sólo nuestra tarea, pero podemos marcar la diferencia. Ahora que  ya no somos portadores de conocimiento; porque el conocimiento se guglea y en dos clics nos caen millones de datos, hoy estamos llamados a ser mensajeros de la esperanza. Convercerlos y convencernos de que todavía se puede.

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